Cabecera e Politecnica Sostenible

Huella de Carbono del sector agroalimentario español

N#04
07.06.2021
Por Eduardo Aguilera

La alimentación es una de las actividades humanas con mayor impacto sobre el clima. En un informe liderado por los investigadores de la UPM Alberto Sanz Cobeña y Eduardo Aguilera ( Emisiones de gases de efecto invernadero en el sistema agroalimentario y huella de carbono de la alimentación en España) se cuantifica esta contribución para el caso de la alimentación de la población española, estimada mediante la metodología de análisis de ciclo de vida (ACV).

Los resultados muestran que la huella de carbono per cápita de la alimentación en nuestro país se multiplicó por 2,5 en términos per cápita entre 1960 y 2010, pasando de 1,5 a 3,6 toneladas CO2e per cápita al año. La huella de carbono expresa, en términos de CO2 equivalentes (CO2e), la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) que se emiten y el carbono capturado en la elaboración de un producto o servicio. En el caso del sistema agroalimentario, esto incluye las emisiones de GEI que se generan no solo en campos de cultivo y granjas, sino también las que ocurren en la fabricación de los insumos agrícolas, y en las fases de la cadena agroalimentaria hasta que los alimentos son consumidos y los residuos gestionados.

La mayor parte de las emisiones derivadas de la producción de alimentos consumidos por la población española están asociadas a alimentos de origen animal (81% del total)

Durante el periodo analizado, las emisiones de GEI de la producción vegetal se multiplicaron por 5, pasando de 7 a 34 millones de toneladas anuales de CO2e, la mitad de las cuales se vincula a la producción de piensos. Actualmente dominan las emisiones debidas a la tracción mecánica, la energía y el metano de los embalses del riego, la producción de fertilizantes y el óxido nitroso emitido en suelos agrícolas fertilizados. Las emisiones de la producción ganadera pasaron de de 8 a 75 millones de toneladas anuales de CO2e. Se transitó de un balance dominado por el metano entérico a otro en el que, además de estas emisiones, tienen gran peso el manejo de estiércol (sobre todo purines) y especialmente la producción de piensos, asociada a importantes emisiones por deforestación en terceros países. La mayor parte de las emisiones derivadas de la producción de alimentos consumidos por la población española están asociadas a alimentos de origen animal (81% del total), que representan 1,6 toneladas de CO2e per cápita al año, frente a 0,4 toneladas asociadas a alimentos de origen vegetal.

Por otro lado, las emisiones asociadas a las fases de la cadena agroalimentaria posteriores a la producción agropecuaria, desde el transporte a la gestión de residuos, pasando por el envasado, procesado, comercialización y preparación de los alimentos, son las que han experimentado un mayor crecimiento entre 1960 y 2010, y ahora representan casi la mitad de las emisiones totales del sector agroalimentario. Otro resultado destacable es que el desperdicio alimentario representa en torno a un tercio de las emisiones totales, lo que se vincula tanto a las emisiones generadas para producir alimentos que luego acaban en la basura, como a la propia gestión de los alimentos desperdiciados, sobre todo en vertederos.

En conclusión, el sistema agroalimentario debería ser un elemento esencial en el desarrollo de estrategias de mitigación del cambio climático. En este sentido, existe un gran potencial de mitigación mediante cambios en el manejo de los agroecosistemas y en el resto de los eslabones de la cadena, incluyendo la reducción en el desperdicio de alimentos y cambios en los hábitos de consumo hacia patrones más sostenibles y saludables.

Este trabajo surge en un momento especialmente relevante desde el punto de vista de la puesta en marcha de políticas internacionales de calado que buscan generalizar sistemas agroalimentarios más sostenibles y saludables, como la estrategia “De la Granja a la Mesa” de la Comisión Europea, en el marco del Pacto Verde Europeo.

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