Los daños con transcendencia ecológica se refieren, sobre todo, a la reducción de la densidad, con la consiguiente disminución de capacidad fotosintética y de superficie asombrada.
En Madrid, hay un uso generalizado de especies frugales, tolerantes a sequía y contaminación, con preferencias tradicionales de algunas en décadas pasadas (Platanus, Ulmus, Robinia, Cupressus, Pinus etc.). Los árboles perennifolios han sido más perjudicados que los de hojas caducas y entre ellos destaca el pino piñonero (Pinus pinea) dominante en los parques forestales (como en gran parte de la Casa de Campo o en la Dehesa de la Villa) y que constituye una cuarta parte del arbolado madrileño dada su adaptación a los suelos arenosos dominantes del norte y oeste de la ciudad. Su congénere el pino carrasco (Pinus halepensis) es otra de las especies más castigadas. También ha sufrido el aligustre del Japón (Ligustrum japonicum), plantado frecuentemente en alineaciones de calles relativamente estrechas y no muy iluminadas (fueron ampliamente difundidas las imágenes en la madrileña calle Fuencarral). A ellas podrían unirse otras de hoja persistente como encinas (Quercus ilex), madroños (Arbutus unedo), olivos (Olea europea), arizónicas (Cupressus arizonica), cipreses (Cupressus sempervirens), así como algunos caducifolios con mala conformación estructural previa o con tendencia constitutiva a ramas más quebradizas, como Ulmus pumila. Los daños serán más reversibles en especies capaces de rebrote por generación de yemas adventicias que formarán nuevas ramas.
Los gastos previstos de adecuación urgente y retirada de residuos leñosos supondrán, en el conjunto de Madrid, unos 30 millones de euros. Habrá que añadir el coste del valor cesante de los múltiples bienes y servicios que el bosque urbano provee, como, por ejemplo, la mitigación de los efectos de la isla de calor urbana (calentamiento de la atmósfera próxima, derivado de la actividad humana y de la absorción térmica por parte de materiales inertes de edificaciones y pavimentos). También queda reducida la biomasa que proporciona sombra, mejora la calidad del aire, fija el carbono y es filtradora parcial de contaminantes. En parte de los parques periurbanos, disminuye el papel de la cubierta vegetal protectora frente a la inestabilidad del sustrato y la erosión del suelo. Se estima que todos esos beneficios indirectos en el conjunto de Madrid aportarían más de 25 millones de euros anuales. Como muestra significativa del campus de la UPM, el arboreto de la Escuela de Montes está precisando intervención, después de este evento, en unos 320 árboles de este recinto de 9 ha de zona verde.
Esta calamidad meteorológica dejará huellas que deberemos seguir evaluando y corrigiendo en los años próximos. Con todo, puede ser una oportunidad para el fomento del bosque urbano, la reposición de arbolado con criterios de diversificación en cuanto a especies y tipos morfológicos etc., la correcta ejecución de las podas y el compostaje parcial de los residuos. El escenario de las restricciones a la movilidad por la pandemia habrá contribuido a tomar más conciencia del valor de esos retazos de medio natural insertos en el ámbito urbano para mantener un entorno habitado saludable.
La UPM contribuye con la formación de profesionales especializados en la gestión racional del arbolado urbano. Como institución universitaria es también un foro de referencia para el debate científico-técnico fundamentado y basado en la experiencia. Su compromiso trasciende la enseñanza, pues apoya diferentes iniciativas enfocadas a valorar sus propios espacios verdes.