Cabecera e Politecnica Sostenible

Consecuencias de “Filomena” en el bosque urbano de Madrid y de la UPM

N#03
31.03.2020
Por César López Leiva y Juan Manuel Rubiales Jiménez

La borrasca Filomena cubrió Madrid  con un manto de nieve de excepcional espesor y persistencia. La magnitud de esta insólita perturbación y la gravedad de sus efectos en el arbolado urbano ha sido variable, tanto de las alineaciones en vías urbanas como en espacios verdes. El Ayuntamiento estima más de 150.000 árboles dañados.

Este fenómeno puede ser una oportunidad para el fomento del bosque urbano, la reposición de arbolado con criterios de diversificación en cuanto a especies y tipos morfológicos, así como la correcta ejecución de las podas y  el compostaje parcial de los residuos

La eliminación urgente de individuos y ramas que han quedado en malas condiciones estructurales se basa en criterios de seguridad, en previsión de posibles caídas, salvando al mismo tiempo el mayor número de pies con porvenir. Las consecuencias de la nevada en la conformación estructural por descuaje de ramas conllevará la disminución del vigor vegetativo y de la resistencia a enfermedades y plagas. Los restos de talas y podas, trasladados y acumulados después de varias semanas de un intensivo trabajo de retirada por parte de la administración municipal y empresas contratadas, se acumulan aún en estas fechas en numerosos puntos de calles, jardines y parques urbanos (El Retiro) y periurbanos (Casa de Campo).

Los efectos visuales son muy conspicuos: la recuperación del porte y conformación de la copa de numerosos individuos difícilmente podrá volver a su estado previo, al menos a corto plazo, al igual que la densidad del dosel en agregados arbóreos. La percepción más inmediata de la gravedad de esta alteración paisajística por parte del ciudadano variará según el tipo de zona verde (en masas densas o con árboles dispersos), de la asiduidad de su uso social y recreativo, de la valoración de su permanencia histórica previa, de la presencia de individuos singulares por dimensiones o significación y del grado de naturalidad atribuido (por predominio espontáneo de especies silvestres).

Los daños con transcendencia ecológica se refieren, sobre todo, a la reducción de la densidad, con la consiguiente disminución de capacidad fotosintética y de superficie asombrada.

En Madrid, hay un uso generalizado de especies frugales, tolerantes a sequía y contaminación, con  preferencias tradicionales de algunas en décadas pasadas (Platanus, Ulmus, Robinia, Cupressus, Pinus etc.). Los árboles perennifolios han sido más perjudicados que los de hojas caducas y entre ellos destaca el pino piñonero (Pinus pinea) dominante en los parques forestales (como en gran parte de la Casa de Campo o en la Dehesa de la Villa) y que constituye una cuarta parte del arbolado madrileño dada su adaptación a los suelos arenosos dominantes del norte y oeste de la ciudad. Su congénere el pino carrasco (Pinus halepensis) es otra de las especies más castigadas. También ha sufrido el aligustre del Japón (Ligustrum japonicum), plantado frecuentemente en alineaciones de calles relativamente estrechas y no muy iluminadas (fueron ampliamente difundidas las imágenes en la madrileña calle Fuencarral). A ellas podrían unirse otras de hoja persistente como encinas (Quercus ilex), madroños (Arbutus unedo), olivos (Olea europea), arizónicas (Cupressus arizonica), cipreses (Cupressus sempervirens), así como algunos caducifolios con mala conformación estructural previa o con tendencia constitutiva a ramas más quebradizas, como Ulmus pumila. Los daños serán más reversibles en especies capaces de rebrote por generación de yemas adventicias que formarán nuevas ramas.

Los gastos previstos de adecuación urgente y retirada de residuos leñosos supondrán, en el conjunto de Madrid, unos 30 millones de euros. Habrá que añadir el coste del valor cesante de los múltiples bienes y servicios que el bosque urbano provee, como, por ejemplo, la mitigación de los efectos de la isla de calor urbana (calentamiento de la atmósfera próxima, derivado de la actividad humana y de la absorción térmica por parte de materiales inertes de edificaciones y pavimentos). También queda reducida la biomasa que proporciona sombra, mejora la calidad del aire, fija el carbono y es filtradora parcial de contaminantes. En parte de los parques periurbanos, disminuye el papel de la cubierta vegetal protectora frente a la inestabilidad del sustrato y la erosión del suelo. Se estima que todos esos beneficios indirectos en el conjunto de Madrid aportarían más de 25 millones de euros anuales. Como muestra significativa del campus de la UPM, el arboreto de la Escuela de Montes está precisando intervención, después de este evento, en unos 320 árboles de este recinto de 9 ha de zona verde.

Esta calamidad meteorológica dejará huellas que deberemos seguir evaluando y corrigiendo en los años próximos. Con todo, puede ser una oportunidad para el fomento del bosque urbano, la reposición de arbolado con criterios de diversificación en cuanto a especies y tipos morfológicos etc., la correcta ejecución de las podas y  el compostaje parcial de los residuos. El escenario de las restricciones a la movilidad por la pandemia habrá contribuido a tomar más conciencia del valor de esos retazos de medio natural insertos en el ámbito urbano para  mantener un entorno habitado saludable.

La UPM contribuye con la formación de profesionales especializados en la gestión racional del arbolado urbano. Como institución universitaria es también un foro de referencia para el debate científico-técnico fundamentado y basado en la experiencia. Su compromiso trasciende la enseñanza, pues apoya diferentes iniciativas enfocadas a valorar sus propios espacios verdes.  

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